LEER EL EVANGELIO Y NO PERDER LA FE
En todas las iglesias cristianas teólogos, exégetas y otros especialistas llevan mucho tiempo tratando de responder al reto de dar a la fe un lenguaje inteligible para el mundo actual. En concreto, los avances de las ciencias bíblicas han permitido un acercamiento nuevo a los textos sagrados. Sin embargo, esta nueva manera de interpretar la Biblia difícilmente llega a las bases de la iglesia. De manera que mientras muchos cristianos permanecen en un infantilismo intelectual inculcado por siglos de tradición y paternalismo, que les lleva a continuar haciendo una lectura literal o fundamentalista de los relatos bíblicos, otros muchos abandonan la fe por honestidad intelectual, pues la lectura crítica de los textos les lleva a renunciar a convertir sus creencias en un feudo ajeno a la razón. Otros, se debaten con tensión entre esos dos extremos y son pocos los que consiguen integrar en su fe una lectura significativa de la Sagrada Escritura. De ahí el título de este blog, que está tomado del libro de Alberto Maggi (Como leer el Evangelio y no perder la fe, de Editorial El Almendro).
Vamos a centrarnos en el Nuevo Testamento, en concreto en los evangelios. Los textos del cristianismo primitivo no son biografías de Jesús como las actuales, ni libros en los que podamos encontrar certezas de tipo científico, histórico o geográfico. Son libros escritos para transmitir un mensaje religioso, la buena noticia de Jesús, y lo hacen con el envoltorio cultural y literario propio de la época. De manera que cuando los leemos desde esta perspectiva podemos descubrir un sentido que con frecuencia permanece oculto a la simple lectura literal. Digamos que los Evangelios son como una nuez a la que hay que romper la cáscara para encontrar el fruto… Dicho de otra manera, tenemos la responsabilidad de liberar a la figura de Jesús de la "neblina" mitológica que lo envuelve porque, como dice el jesuita belga Roger Lenaers "de los símbolos interpretados como tales, emerge una visión más profunda y enriquecedora de quien fuera Jesús de Nazaret" (Lenaers, Roger. Jesús, ¿una persona como nosotros?, 2020)
Hay muchos indicios que nos ayudan a entender y a interpretar correctamente: alusiones al Antiguo Testamento, símbolos y metáforas, personajes representativos, números... incluso algo tan sencillo como el contexto porque estamos acostumbrados a leer el Evangelio a trocitos o a escuchar el fragmento correspondiente al domingo en la eucaristía, que no sabemos lo que ocurre antes o después y así nos perdemos parte del verdadero sentido.
En este blog voy a ir presentando algunos ejemplos. Espero que puedan resultar de utilidad, especialmente para profesores y profesoras de Religión, catequistas, comunidades y grupos cristianos, no solo para "no perder la fe" sino para poder anunciar el Evangelio como una Buena Noticia para el mundo de hoy.
Estas sencillas infusiones (no sacian, pero pueden calmar, serenar, ayudar a digerir, preparan para una comida mas fuerte…) son deudoras del trabajo del obispo presbiteriano emérito John Shelby Spong y, sobre todo, del análisis semántico del biblista Juan Mateos, fallecido en 2003, que fue uno de los traductores de la Nueva Biblia Española.
Ojalá estas infusiones nos ayuden a romper la cáscara de la nuez para disfrutar del sabroso regalo que contiene su interior.
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